domingo, 26 de abril de 2015

Hablando de ideologías

Tengo para mí que por ideología entenderse aquellas ideas y valores fundamentales para una persona que condicionan su recorrido vital. Desde que los homínidos descubrieron su capacidad de abstracción fueron descubriendo las incertidumbres del futuro transformándose poco a poco en seres humanos. Y fueron dotándose de habilidades, más allá de las típicamente instintivas, y competencias que paso a paso fueron cristalizando en valores y creencias que resultaron enormemente útiles para el posterior desarrollo de la especie. Dichos valores y creencias que de una manera u otra afectan a todo ser humano constituyen la base de la ideología. Pero si una de las características básicas de la ideología es peculiaridad personal, la otra, igualmente importante, es su imprescindible proyección más allá de la persona, es decir, hacia el otro o los otros. Yo no creo que se pueda hablar de ideología en términos de estanqueidad personal porque perdería toda su funcionalidad que es la de dar, obtener, compartir respuestas colectivas ante una causa, un fenómeno que trasciende la persona en la misma medida que el ser humano es un ente social por su propia naturaleza.
A partir de esa consideración cabría hablar de ideologías conservadoras, transformadoras, contemporizadoras en orden a sus finalidades básicas que alimentan más y más el carácter social del ser humano. Cualquier acción meditada tiene algún tipo de objetivo y, en su recorrido, afecta al otro o los otros con o sin su aquiescencia. Si yo decido expatriarme al Satélite de Júpiter IO para vivir un anacoretismo a ultranza dejo en mi estela huellas de afectación. Pero lo normal dentro del espíritu humano es la búsqueda de complicidades, afinidades que le ayuden en su recorrido generando espacios de identificación colectiva, de generación de identidades, de espacios compartidos tratando de generar seguridades, disminución de riesgos, plataformas desde las que seguir avanzando.

Profundizando en la idea de las ideologías se puede llegar a otras consideraciones: tendencias de apertura o exclusión, de tolerancia o intolerancia, de tendencia a la dominación o a la transacción. La historia de la humanidad está repleta de todas ellas. En el mundo complejo que habitamos el lanzamiento o mantenimiento de ideologías excluyentes, intolerantes, no parece una respuesta práctica a medio y largo plazo. Hoy no es posible encastillarse en posiciones rígidas en términos filosóficos, sociológicos o religiosos porque, aun cuando en el corto plazo parezcan obtener resultados están condenadas a ser abrumadas por movimientos de imposible freno. Es mucho más inteligente, pactar y sincretar sin caer en el relativismo; es más, de hecho es mucho más acorde con la experiencia humana.

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