jueves, 30 de enero de 2014

A Gonzalo Gutérrez Antón. In Memoriam

Te conocí tarde pero a tiempo. a tiempo de gozar y compartir ese humor tan tuyo, entre socarrón y negro, dotado con esa fina ironía capaz de captar de un simple vistazo hasta el menor detalle de las situaciones. Anciano sí, pero más listo que el hambre. campechano, vitalista, con un don de gentes presto a jugar con niños, a jugar con perros. cada una de tus arrugas era una palabra atenta, oportuna, diáfana, alegre. A pesar de tus muchas goteras de enfermedad y dolor, tu sola presencia era una torrentera de alegría y buen humor. Eras la puerta amable que daba paso al Barrio. Tus buenos días o buenas tardes acompañadas de una frase ingeniosa y de ese gesto tan risueño y tan tuyo, lloviera o hiciera buen tiempo, era como un aire fresco, transformador del humor del interlocutor ocasional.

Hace unos cuantos meses, sobre todo a partir de la partida de Avelino, el tallador de bastones, tu amigo, casi tu pareja, tomé la decisión de aproximarme mucho más a tu humanidad, tuve el premio impagable de de tu cercanía, de tu sagacidad humilde, tantas veces con el niño blanco y gruñón en brazos. Maravilloso. Sí, ya se, tu me lo dijiste unas cuantas veces, estos dos últimos meses han sido duros. Las goteras pasaron a ser inundaciones y hasta tu pertinaz buen humor bajó unos cuantos enteros. --Estoy jodido-- me decías. --El marca pasos, la neumonía, entradas y salidas del hospital, y tú menos en la calle, en tu calle. Tu hija, Eva, me comentaba que te deprimía un poco y que anhelaba experimentar una cierta mejoría para salir a al barrio, para conversar, para vivir. El lunes pasado tuve un mal presentimiento cuando comprobé que el gran eucalipto, el otro centinela del barrio había sido talado. Con él se iba un símbolo y con tu partida terminamos quedándonos huérfanos.

Pero no quiero, no puedo concluir mi recuerdo sin un canto de gozo y de esperanza. De gozo en medio de la tristeza porque gozosa ha sido tu vida y gozosa nos la hacías a los demás. Y ese gozo era y es semilla de alegría; sigue aquí y aquí se queda, en el Barrio, perenne, sanadora, sabia. Ha sido un privilegio conocerte, conversar contigo. Gracias amigo, feliz travesía hacia tu trascendencia definitiva, hacia el buen Dios. Agur