lunes, 23 de febrero de 2009

Paseo REM

Como tantos y tantos domingos, a eso de las once y cuarto de la mañana, calzo mis zapatillas de andar y, esta vez solo, me dispongo a recorrer las orillas de la Ría. El caminar ligero y el frescor del ambiente me sumergen rápidamente en un mundo de fantasías y pensamientos, solo interrumpido de vez en cuando por los gritos de ánimo de un patrón-entrenador a los remeros de una trainerilla que pasa veloz por mi costado, o porque mi vista queda detenida en alguna de las curvas infinitas del Guggenheim y, un poco más adelante, en las expresiones aceradas de los bloques de Isozaki. Docenas y docenas de personas discurren a mi alrededor pero apenas reparo en ninguna de ellas. Mis pensamientos reclaman su espacio vital.

Imágenes y elucubraciones se desbocan casi sin freno en una sinfonía de sensaciones y sutilezas mentales. Al compás de un rápido caminar la imaginación dibuja una especie de pantalla en cinemascope sobre la que se proyectan ideas, vivencias, conjeturas, presagios, que observo como un espectador interesado y activo, participando en un debate lúcido, sugerente y vivo.

Devoro metros y kilómetros enfrascado en mis propias alegorías que se van deshilachando y perdiendo intensidad conforme la caminata va llegando a su fin. Recupero las sensaciones de la vida normal, observo a las gentes de mi entorno y, con paso firme, me dirijo a la panadería y al kiosko de periódicos, completando recorrido y cometido.

Unas horas después, repasando algunas de las sensaciones vividas me quedo con varias cosas. Una, que este tipo de paseos constituyen un auténtico refugio y acicate para mi yo más reflexivo. Es un ejercicio de higiene mental y de alivio de la cacerola a presión de las emociones. Aunque con mucho mayor control del consciente mis paseos no dejan de tener alguna similitus con el sueño paradójico REM que, de forma en este último caso no controlada, alivia las tensiones de la mente cada día.

Además, descubro en cada recorrido de ensueño fórmulas y mecanismos que orientan unas veces mi comprensión de determinadas cuestiones; otras veces enfocan y me proporcionan criterio para abordar y afrontar problemáticas y angustias vitales. Hace tiempo que he abandonado la idea de hacer mis recorridos con el típico mp3, porque no estoy dispuesto a renunciar a este mi pequeño espacio de encuentro conmigo mismo y, en alguna medida, con los demás.